Advertencia:

Escritos críticos, aleatorios, sin estructura, caprichosos, sin temática en particular, subjetivos y parciales.

Se aceptan la crítica y la discrepancia.

Indiferencia al descrédito.

domingo, 19 de septiembre de 2010

19 de septiembre de 1985: ¿un día para olvidar? Un testimonio con reflexión retrospectiva (Parte V)

V

¿Qué nos dejó el terremoto de 1985?

Más allá de los números, queda claro que los sismos de 1985, dejaron una profunda huella en aquellos que los vivimos, no exageró en afirmar que TODOS en la ciudad estuvimos, por lo menos, indirectamente relacionados en todo lo que se vivió alrededor de estos hechos ya sea como testigo, voluntario, doliente, damnificado o superviviente.

Según Jacobo Zabludovsky, el terremoto de septiembre de 1985 fue el “Evento de mayor trascendencia en la historia de la Ciudad de México desde la Conquista” (Entrevista radiofónica con motivo del 80 aniversario de la X.E.W., el 18 de septiembre de 2010)

Sé que diré algo controversial, pero yo creo que el 19 de septiembre de 1985 ha sido uno de los días más trágicos que se ha vivido en este país, pero también creo que ese fue el día del nacimiento de la Sociedad Civil Mexicana, al menos un esbozo de lo que puede llegar a ser.
No había terminado de asentarse el polvo, cuando se escuchaban los gritos de los atrapados, y los gritos de los que iban a sacarlos, no he vuelto a ver en México ese unísono grito de solidaridad y organización, de hermandad. Quedaba claro que “papá gobierno” no aparecería, y que teníamos que tomar pico y pala para cavar, ahí todo el que fuera capaz de cargar una cubeta o una piedra, entraba al equipo, no importaron las etiquetas, el género, las preferencias sexuales, las profesiones, las religiones, el nivel socioeconómico, ni el color de la piel.

El 19 de septiembre de 1985, no debe de ser olvidado, todo lo contrario, debe de ser recordado, es más, el espíritu de la sociedad en esos días debería de ser revivido, deberíamos de recordarlo, deberíamos retomarlo.

¿Qué pasaría con nuestras autoridades si un día despertaran, sabiendo que no los necesitamos, que podemos resolver nuestros problemas sin ellos,  que todos estamos dispuestos a exigirles resultados, que requerimos de transparencia, que estamos para que nos rindan cuentas, que estamos conscientes del poder que tenemos como ciudadanos?

¿Qué pasaría si nuestros gobernantes se dieran cuenta de que podemos y estamos dispuestos a trabajar en equipo por un interés común, e incluso sacrificar nuestros recursos a favor de una causa?

Creo que nos tendrían miedo y ¿qué pasaría si las autoridades nos tuvieran miedo? Seguramente, actuarían, por lo menos, con más cautela, trabajarían para cuidar su chamba, para satisfacer a la Sociedad Civil, trabajarían conscientes de que el poder emana del pueblo y para el pueblo, no de los grupos de poder por y para el poder.

Yo soy de la generación del 85, y ojalá otros, que se sientan parte de esa generación, rompan la apatía, y que juntos asumamos la responsabilidad que nos corresponda y podamos diseminar y replicar aquel extraordinario ejemplo de movilización, solidaridad, trabajo e independencia.

No olvidemos lo sucedido.

E.

19 de septiembre de 1985: ¿un día para olvidar? Un testimonio con reflexión retrospectiva (Parte IV)

IV
En 1985, el Presidente de la República era Miguel de la Madrid Hurtado, pero durante las primeras horas de la tragedia, nadie supo nada de él, ni de su gabinete, fue hasta la noche del 20 de septiembre que se transmitió un mensaje del Presidente, para ese entonces nadie lo esperaba.

Al final, y después de unos 2 ó 3 días de vacío de poder, el gobierno hizo frente a la tragedia, hay que reconocerlo, pero lo hizo de manera muy ineficiente, muy desorganizada, con poca claridad, con muchos titubeos, con contradicciones. Nunca estuvo a la altura de esas circunstancias.

Recién se había renegociado la deuda externa, habían pasado las elecciones intermedias, y días antes, el Presidente De la Madrid había rendido su 4° Informe de Gobierno, faltaban meses para que en México se Inaugurara el mundial de futbol México 86.

Nadie sabe, a ciencia cierta, el número de muertos, en un inicio, las cifras oficiales hablaban de 4 mil muertos y 20 mil desaparecidos, 20 años después, el mismo De la Madrid, aceptaba que la cifra podía haber sido de aproximadamente 10 mil, sin embargo hay fuentes que citan hasta 50 mil, lo cierto es que nunca lo sabremos.
Cosa similar sucede con las cifras de los inmuebles afectados los números varían de 30 a 50 mil.
Se le atribuye al terremoto del 85 la pérdida de entre 100 y 200 mil empleos, creo que el dato real tampoco lo sabremos.
El número de heridos es prácticamente indeterminable, al igual que el número de damnificados y afectados, no solo por las personas que se quedaron sin hogar, recordemos que hubo cortes en el suministro de agua, en la red telefónica, y desabasto en alimentos.
Todas las cifras son confusas e inciertas, incluso, el número de personas rescatadas, dependiendo de la fuente se habla de un rango de 4 a 10 mil, es probable que sean muchas más.

Recuerdo la gran inconformidad que se generó cuando se determinó que los cuerpos permanecerían únicamente 72 horas, y que de no ser reconocidos irían a la fosa común, no sé cuál hubiera de haber sido la mejor decisión, pero en medio de la gran desorganización, la falta de espacio para albergar los cadáveres, y la prisa por ocultarlos, no quedaba más opción.
Recuerdo el parque de beisbol del Seguro Social, el hedor a podedumbre y desinfectante, los murmullos, los sollozos. Sobre el campo, por un lado, un tapiz de cajones de madera, por el otro, un tapiz de cuerpos ineficientemente preservados por hielo, un marasmo social lentamente animado por la muchedumbre que de manera desorganizada y presa de la desesperación, buscaba entre pedazos de carne reconocer alguna seña, alguna prenda, algún indicio sobre el ser querido; Anhelaban no encontrarlo y mantener la esperanza, deseaban hacerlo y terminar con la angustia. Yo aún me pregunto si todos pudieron enterrar a sus muertos.

Son recuerdos dolorosos, profundos, vivencias que deberían ser reservadas para los viejos, yo tenía 11 años.

19 de septiembre de 1985: ¿un día para olvidar? Un testimonio con reflexión retrospectiva (Parte III)

III

En la escuela, todo era confusión, y cada quién hablaba desde su perspectiva, lo cierto es que todos estábamos muy alterados con el evento y no había otro tema de conversación, recuerdo, que ese día no entramos directamente a los salones, y las noticias comenzaban a fluir; camino a su centro de trabajo, varias maestras habían presenciado el derrumbe de alguna casa o edificio, algunas madres de familia que llegaban con sus hijos contaban historias similares, otro grupo (yo entre ellos), no reportábamos absolutamente ningún daño en nuestro trayecto. Todo era confuso, nadie sabía que hacer. A media mañana, varios jefes de familia acudieron a la escuela a recoger a sus hijos, por la radio ya se escuchaba la narración para la “W” que hiciera Jacobo Zabludovsky, narración que paso de ser un “paseo por la alameda”, a la salida de su casa en Bosques de Chapultepec, a un escenario dantesco hasta su llegada a las instalaciones de Televisa en la calle de Chapultepec.

Nosotros permanecimos en la escuela casi hasta las 12 del día, momento en el que llamamos a nuestra casa, para avisar que regresábamos, así lo hicimos. Al llegar, pudimos ver la señal del canal 13, y escuchábamos la radio, Televisa no había podido restablecer sus transmisiones, lo hizo hasta las 2 de la tarde y por el canal 9, creo que era Sabido, quién comenzó la transmisión.

Lo que se veía era una historia de terror, en vivo, en directo y sin censura, no había tiempo de editar las imágenes, no había quién. Restos de edificios, de cuerpos, incendios, confusión, los narradores reportaban lo que veían, ninguna cifra, algunas historias comenzaban en rumores y se confirmaban, no había tiempo ni de aclarar.

No podíamos dejar de mirar el televisor, a nadie le importó que viéramos en directo esas escenas, nadie lo reflexionó. Mi Mamá intentaba sin éxito llamar a sus familiares en Chihuahua, poco a poco comenzábamos a saber el paradero de nuestros familiares. Ya entrada la noche, nos mandaron a dormir.

Recuerdo un hecho significativo, al día siguiente, ya por la mañana del 20, la misma persona con la que yo había tenido mi conversación el día anterior, Víctor, llegó a mi casa, le habíamos prestado nuestra “camioneta” para que pudiera transportar equipo y víveres a los lugares afectados. Recuerdo el constante sonar de ambulancias por las calles, sólo eso: silencio y sirenas.

Nos sentamos a cenar, con mi papá, callados, con el ánimo decaído, en silencio, eran las 7:30 p.m., ocho minutos después el pánico se apoderó de nosotros, temblaba de nuevo. No recuerdo la duración del segundo temblor, pero sí que pasó más rápido, mi papá se aferró a la mesa y nos pidió que nos quedáramos quietos “es una réplica” nos explicaba, “si la casa aguantó el primer temblor, aguantará el segundo”, decía para sí, y para nosotros. Y así fue, al término del segundo temblor, reflexionó un poco y comentó angustiado: “pobres, se les cayó encima lo derrumbado”, él sabía de lo que hablaba, lo decía con conocimiento, me refiero a su formación como ingeniero civil, su oficina se encontraba muy cerca de la muy dañada colonia Roma, había presenciado la destrucción, apuramos la cena, nadie habló, nos levantamos de la mesa. Nunca lo hemos comentado, pero estoy seguro de que ninguno de nosotros pegó el ojo en toda la noche, el miedo de una réplica o de un temblor mayor nos dominaba.

En la mañana del 21 de septiembre, nos levantamos, no íbamos a ir a la escuela, aún así, nos despertamos temprano, y mi hermano y yo, salimos a la calle, recorrimos una cuadra hacia insurgentes sur, las calles estaban vacías, recorrimos algunas cuadras, y observamos un tumulto, mucho movimiento, carros que llegaban, gente corriendo, nos estábamos acercando a las instalaciones de Núcleo Radio Mil, ahí, ya se organizaba (más bien se desorganizaba) un centro de acopio, recuerdo que llegaba todo tipo de cosas: comida, palas, ropa, medicinas, cubetas, martillos, cascos, botas, cubre bocas, todo estaba dispuesto en el piso, había personas tratando de clasificar los artículos, pero era inútil, tan pronto como se descargaban llegaban más personas que las tomaban, todos conocían de una necesidad en algún lugar y urgían de los donativos para hacerlos llegar tan pronto como fuera posible.

En ese mismo lugar, había una muchedumbre frente a una improvisada mesa con personal de la estación de radio, querían información, querían conocer sobre la situación, preguntaban sobre la postura del gobierno, había un gran vacío de poder, no había respuestas. El personal de la estación de radio, tomaba desesperadamente notas, trataba de encontrar una clasificación a los requerimientos, estaban rebasados:

- Se cayó un edifico en la roma hay cadáveres avísenle a la autoridad.
- No encuentro a mis familiares, viven en la doctores.
 -Somos la familia Rodríguez no podemos comunicarnos con nuestra familia en Puebla, queremos decirles que estamos bien.
- No tenemos agua, queremos reportar el servicio.
- ¿a dónde podemos ir a buscar los cadáveres?
- Me voy a llevar esta pala, es para sacar a una persona.
-¿tienen hielo? ¡Necesitamos hielo! ¡medicinas!

Ahí permanecimos algunas horas, bajando bultos, entregando cosas, poco a poco, comenzaba a organizarse esa romería, las personas comenzaban a hacer fila, los artículos encontraban alguna clasificación, de manera espontánea llegaban más personas, y el orden se restablecía.

Se acercaban algunas personas a llevar comida para los que ahí estábamos: un pan, un refresco, unas galletas, unos tamales, cada persona comenzó a asumir una responsabilidad, unos daban instrucciones, otros acataban, unos preparaban comida, otros la servían, comenzaron a llegar transportes, se llevaban paquetes medianamente organizados, nadie imponía nada, sí se cometía un error o se encontraba una manera mejor de hacer las cosas, alguien lo señalaba, los demás aceptaban rápidamente o refutaban, aún dentro de la gran tensión, nunca vi a nadie enemistarse con nadie, todo funcionaba como un engranaje mal montado, pero engranado al fin.

sábado, 18 de septiembre de 2010

19 de septiembre de 1985: ¿un día para olvidar? Un testimonio con reflexión retrospectiva (Parte II)

II
Existen varias escalas para comprender la magnitud de un terremoto, la más publicitada es la de Richter (o de magnitud local, ML), desarrollada por el sismólogo estadounidense Charles Richter; dicha escala fue diseñada de manera logarítmica, esto es que un temblor de 7° es 10 veces más fuerte que uno de 6°, cien veces más fuerte que uno de 5, mil veces más fuerte que uno de 4° y así sucesivamente. La razón por la cual se utiliza la escala logarítmica es para poder reflejar la energía desprendida en un terremoto. Sin embargo, por limitaciones de los sismómetros, en especial el de torsión, esta escala tuvo que ser extendida, aún así, la escala de magnitud lineal no puede ser relacionada con  las características físicas del origen de terremoto, y existe un defecto de saturación en  magnitudes cercanas a los 8,3° y sucedía que se produjeran estimaciones de magnitud similares para temblores  que eran claramente de intensidad diferente.

El caso es que en 1979 se propuso la escala sismológica de magnitud del momento (Mw), esta escala básicamente mide la energía total  que se libera en un terremoto, esta escala permite también comparaciones entre terremotos de gran magnitud y resuelve el problema de la saturación.


Para generarnos una idea, aunque muy poco significativa, podemos decir que un temblor de magnitud 1 es el equivalente a 170g de TNT, es decir, una pequeña explosión en una construcción, un temblor de magnitud 2 equivale a 6kg de TNT, es decir a la explosión de un tanque de gas, un temblor de magnitud 4 equivale a 6t de TNT.


Según un informe preliminar fechado el 25 de septiembre de 1985 el Instituto de Geofísica de la UNAM, el temblor del jueves 19 de septiembre fue de magnitud 8.1 Mw (el equivalente a 6.5 millones de toneladas de TNT) y el del 20 de septiembre fue de 7.3 Ms y se sintió en la ciudad de México con un magnitud de 6 (el equivalente a 1,200 toneladas de TNT),


Para comparar ambos eventos el temblor del 19 fue de 7.8Ms y el del 20 fue de 7.3Ms. Menciono esto, porqué estás fueron las escalas que quizá muchos de nosotros recordemos, y fueron las escalas de magnitud utilizadas oficialmente, pero están expresadas en la escala de magnitud de ondas superficiales (Ms) que es otra escala para medir la magnitud, cabe mencionar que desde 1985 la UNAM reportó, el terremoto del 19 de septiembre en la escala más nueva la Mw.


En el mismo informe se reportaron Tsunamis, “los primeros que se hayan registrado observado científicamente en México”, el primero con olas con una altura máxima de “2 metros y centímetros”, y el segundo con olas de “1.5 metros cuando menos”.
Aparentemente ninguno de estos dos Tsunamis generó daños o muertos.


Sin embargo, fue hasta 1987, que las cifras se revisaron y se determinó, al menos para el terremoto del 19 una nueva magnitud: 8.1 Ms, que es la cifra que actualmente se ha establecido como la oficial, otras fuentes citan que el temblor del 20 de septiembre fue de magnitud 7.6 Ms

19 de septiembre de 1985: ¿un día para olvidar? Un testimonio con reflexión retrospectiva. Parte I



I
El próximo domingo se conmemora el 25 aniversario de los sismos de 1985.
Eran, las 7:19 am del jueves 19 de septiembre. Ese día, me había levantado más temprano que de costumbre, necesitaba realizar una llamada telefónica, había acordado con Víctor Suárez (q.e.p.d), le llamaría temprano, para que me diera una explicación sobre la tundra, su explicación complementaría una exposición que realizaría ese día en la escuela.
Así fue, comenzamos la llamada a las 6:30 a.m., aún recuerdo su gran disposición, su paciencia, lo tenue de su voz. Hablamos por espacio de media hora, y al finalizar la llamada, me preguntó la razón de mi curiosidad sobre el tema, yo, inocentemente, le comenté que era una investigación de último minuto para la escuela, se rió y pronunció la siguiente sentencia: "te va a caer la maldición divina por andar haciendo la tarea al último minuto", nada más cercano a la realidad.
Tomé la cartulina blanca sobre la que había pegado los recortes de una monografía, y me disponía a rotularla, escogí el lugar más cómodo para terminar la tarea: las escaleras.
De pronto, una gran sacudida, y un gran estruendo, me incorporé tan rápido como pude, y corrí a la recámara en dónde se encontraba mi mamá, "esta temblando mi'jito, no te preocupes, ahorita se pasa", por la ventana observé un ciprés que se sacudía de un lado a otro, de manera intuitiva corrí hacia el aparato prohibido: la televisión, no era casualidad que el canal 2 estuviera sintonizado, ahí estaba Lourdes Guerrero, pidiendo calma, se abrió la toma, y ahí estaban Juan Dosal, y María Victoria Llamas (hermana de la tusita), el plafón superior se movía como campana de catedral, Lourdes se aferraba al escritorio, mientras que Juan Dosal comenzaba a quitarse el micrófono, seguramente, para salir corriendo, María Victoria solo agachaba la mirada. Debo de reconocer el gran temple mostrado por Lourdes Guerrero, quién se notaba aterrada, pero que nunca modificó el tono de su voz, muy valiente. De pronto la pantalla en negro.
Escuchaba el crujir de la casa, las puertas que se abrían y cerraban agresivamente y se azotaban, las vibraciones de los vidrios, los cables golpeando sobre la ventana, el ruido de la tierra moviéndose, un verdadero concierto de horror, recuerdo que a penas podía mantenerme de pié, regresé al punto de la escalera en donde me encontraba y me aferré al pasa manos. Dicen que el tiempo transcurre dependiendo del punto de vista del obervador, yo puedo decir que también transcurre dependiendo del grado de miedo del observador, los segundos más largos de mi vida.
Todo comenzó a calmarse, el suelo dejaba de moverse, al igual que la casa, las puertas aún rechinaban, de pronto un gran silencio, nunca, aún después de 25 años he vuelto a percibir ese silencio, y no exagero en decir que era un absoluto silencio, lo percibí con todos mis sentidos, y bajo un estado sensorial alterado, acrecentado, supongo que normal, después de ese gran terror.
Poco a poco el día fue cobrando normalidad, terminé la tarea apurado por mi mamá, desayunamos y nos fuimos a la escuela.
Jamás imaginé, lo que había vivido ese día, el panorama se esclarecería en el transcurso de la mañana.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Mis Twitts del 15 de septiembre

Nunca lo pensé, no lo hice con esa intención, pero aparentemente mis twitts del 15 de septiembre han tenido impacto y aceptación.

Cuando utilizo Twitter, o incluso, cuando escribo, lo hago más como un ejercicio de desahogo, nunca con el afán de pretender nada, o de aleccionar a nadie.

Pero por alguna razón esta serie de twitts, tuvieron mucha aceptación en las personas que me siguen, tanto en Twitter, como en Facebook y en Buzz.

Con gran sorpresa para mi, me han solicitado el compendio, aquí se los dejo.

1.    No nos confundamos, una cosa es el Estado y otra cosa es la Nación. El Estado, puede ser -incluso- fallido, pero la Nación es inmortal.

2.    Puedes (mos) estar en contra del Estado, pero no lo confundas con tú Nación, el amor a: la tierra, la historia, las tradiciones, la cultura.

3.    La Nación, trasciende al Estado, nuestro Estado puede ser bicentenario, nuestra nación es MILENARIA.

4.    Reconocer la diferencia entre Nación y Estado, te permite no caer en la seducción del Estado sin perder identidad.

5.    A mi, me entristece el estado del Estado, pero estoy orgulloso de mi Nacionalidad, de mi Nación.

6.    Yo no soy mexicano. Soy Mexicano.

7.    Si no quieres celebrar hoy, no lo hagas, pero no pierdas de vista que la celebración es un acto del Estado, en honor a la Nación.

8.    Y sí celebras hoy, no pierdas de vista que la celebración es un acto del Estado, en honor a la Nación.

9.    A los dirigentes del Estado, toda mi crítica, reproche y descrédito. Acepto, no están a la altura de nuestra Nación.

10. Y creo, que los dirigentes del Estado, están ahí, cómodos, por nuestra falta de amor a la Nación.

11. A mi Nación, todo mi orgullo, mi talento, mi proactividad, mi propuestas, y mi disposición de hacer.

12. La reconstrucción del Estado, provendrá del reconocimiento de la Nación, de la fuerza que nos dé reconocer nuestro amor por ella.

13. A mi no me da vergüenza reconocer el gran amor que tengo por México, Me da vergüenza y tristeza que no hagamos mucho por Él.

14. Yo siento por mi País, por mi Nación, el más profundo amor y orgullo. Yo me siento ORGULLOSO de ser Mexicano, hoy y siempre. ¡VIVA MÉXICO!

lunes, 6 de septiembre de 2010

“El Estado Laico es una Jalada” Onésimo Cepeda; Obispo de Ecatepec.

En 1995 fue consagrado Onésimo Cepeda Silva como el primer Obispo de la Diócesis de Ecatepec, la más poblada del mundo y la última fundada en el siglo XX.
Ser Obispo y Diocesano no es función trivial, son seleccionados por el Papa, tienen a su cargo el gobierno y cura de una iglesia local que, a su vez, está organizada territorialmente en Diócesis.
Pero eso no es todo, Onésimo Cepeda, como Obispo forma parte del Colegio Episcopal, que en comunión con el Obispo de Roma –el Papa-  son la cabeza de la iglesia católica.
Hace unos días, Don Onésimo, comentó a pregunta expresa que “el Estado laico es una jalada
Se discute mucho, sobre si los mexicanos debemos, o no, celebrar el bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución mexicana.
Pero hay una fecha que creo que sí debemos al menos de recordar: el 6 de septiembre de 1860 día en el que se publicaron las Leyes de Reforma en la larga y accidentada administración del Presidente Juárez.
Dichas leyes, más menos, tenían como propósito la separación de la Iglesia y el Estado, es decir, han sido el gran fundamento del Estado Laico Mexicano.
El día de hoy se celebran 150 años de este evento.
Muchas cosas han sucedido en estos días gracias a las Leyes de Reforma, por ejemplo, La Ley Juárez de 1855 suprimió los fueros del clero, y el resultado en estos días ha sido que el Jefe de Gobierno del Distrito Federal, pueda demandar, al menos civilmente, al  Cardenal Juan Sandoval Íñiguez, Arzobispo de Guadalajara y a Hugo Valdemar Romero vocero de la Arquidiócesis de México.
Otro que considero buen ejemplo, es el relativo a la Ley del Matrimonio Civil de 1859, que establecía que el matrimonio religioso no tenía validez, y que el matrimonio es un contrato civil con el Estado, gracias a eso, -y a la Suprema Corte de Justicia de la Nación- las personas del mismo sexo, pueden, legalmente, contraer matrimonio civilmente, por lo menos en el Distrito Federal, y este acto, -también gracias a la SCJN- será válido en todo el País.
Haciendo una interpretación muy forzada está también la Ley orgánica del registro civil de 1859, que básicamente estableció que los nacimientos y las defunciones también son contratos civiles con el Estado, a mi entender, antecedente para que pueda el Estado dar en adopción a los niños sin padres, recientemente la SCJN, tuvo a bien declarar Constitucional, el hecho de que las parejas del mismo sexo que se casen y decidan, puedan adoptar.
Y bueno, también están:
La Ley Lerdo de 1856, que obligó a la iglesia a vender sus casas y fue complementada con la Ley de nacionalización de los bienes eclesiásticos de 1859
La Ley Iglesias de 1857 que prohibió el cobro de derechos parroquiales.
La ley de exclaustración de de monjas y frailes que básicamente prohibió la existencia de claustros y conventos.
La ley de libertad de cultos de 1860.

El diccionario de la Real Academia de la Lengua define jalada como: “acción y efecto de tirar violentamente”, los que hemos vivido en México sabemos que utilizamos ese término para referirnos a la masturbación masculina, por lo que un sinónimo podría ser: masturbada, o lo empleamos para substituir a la palabra felación (refiriéndonos a la práctica del sexo oral) por lo que podríamos establecer que el Obispo Cepeda prácticamente dijo que “el Estado Laico es una masturbada o una felación

Comprendo que el Obispo está plenamente consciente de los “daños” que las ya citadas Leyes de Reforma le profirieron a la Iglesia católica, seguro estoy, de que las conoce mejor que yo en su calidad de hombre estudioso, y es lógico, que como representante de la jerarquía romana esté en contra de ellas y que su postura sea en contra del Estado Laico, es más, esa postura es la que se espera de él; lo que no termino de comprender es como un hombre tan religioso y tan apegado a los valores Católicos conozca y utilice tan elocuentemente la expresión: jalada. Esas son las contradicciones que me “quitan el sueño”.
Por lo demás, celebro que nuestro Estado Mexicano sea laico, y lo celebro hoy.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Germán Dehesa (Dibodo Badito)

Hablar de Germán Dehesa, es un gran paquete, por ello, escribo a manera de desahogo personal por la impresión de la pérdida del amigo irregular que fui, como su “lector querido”.
Germán Dehesa, fue un personaje que se ganó a pulso un lugar en la historia del México contemporáneo, pero sobre todo, se ganó un lugar en la cultura de nuestro país. Escritor, poeta, dramaturgo, locutor y promotor cultural.

Amante y defensor de la máxima casa de estudios de México, la UNAM.

Escribía una columna que todos conocemos: “La Gaceta del Ángel” la escribió desde 1993 hasta el 1 de septiembre de 2010, un día antes de su muerte, al menos esa fue la fecha de su última entrega.

Para mi, siempre fue referente, en muchos temas: política, futbol (gran fanático de los PUMAS), de consejos sexuales y familiares, las muertas de Juárez y la búsqueda de la justicia, y por supuesto, de la gran impunidad y cinismo de el ex gobernador del Estado de México: Arturo Montiel, y de las autoridades en general.
¿De que no escribía Germán Dehesa? Lo cierto es que escribía de todo, siempre desde el punto de vista de lo cotidiano, de lo irónico, de lo satírico,  no dejaba “títere con cabeza”.
Conocido y auto proclamado como “El Charro Negro” un día establecía una férrea postura sobre un tema, y al día siguiente la contradecía. No le rendía cuentas a nadie. Siempre escribió y comentó lo que le dio la gana.

Jamás fue triunfalista, ni gran optimista, pero tampoco puedo decir que era fatídico o fatalista, creo que eso es lo que sucede con el sarcasmo, es complicado de definir.
Había un común denominador en los escritos de Germán Dehesa: el papel  y el poder de los ciudadanos en la construcción de instituciones sólidas, al menos así lo pienso yo.

Días previos a su deceso, publicó en su columna que padecía cáncer y que moriría pronto, pero no tanto. Pronosticó mal.
La noticia sobre su enfermedad, me sorprendió, mucho, pero no me extraño; Germán Dehesa, compartía abiertamente aspectos de su vida cotidiana: sobre sus esposas, sobre sus hijos, sobre sus vecinos, sobre las reparaciones en su calle, sobre su secretaria, compartió hasta sus pesares con el personal doméstico que le asistía. Por eso, conocer sobre su estado de salud por él no era de extrañarse, y que bueno que fue así, con su usual tono.
Ahora, tendré que buscar una nueva manera de iniciar conversaciones en situaciones “engorrosas”.

Literalmente genio y figura, murió justo el día en que el Presidente dio un mensaje con motivo del 4° Informe de Gobierno, con el temor de equivocarme, estoy seguro, de que habría estado feliz, de robar cámara, de robarle espacio en las noticias a dicho evento, qué por cierto, criticó mucho.

Extrañaré nuestras coincidencias y extrañaré nuestras diferencias.

Como un muy pequeño homenaje:
¿QUÉ TAL DURMIÓ? MDCCCXCIV (1894), la cuenta de hoy, viernes 3 de septiembre de 2010. ¡HOY TOCA!

jueves, 2 de septiembre de 2010

Los que asienten y aplauden

Quizá fue antes, pero en mi memoria está muy presente el año en el que vi –y leí- por primera ocasión el Informe de Gobierno.
Recuerdo claramente al Presidente López Portillo secando las lágrimas de su rostro, en su 6° Informe, y lo recuerdo por la gran impresión que me generó, tenía yo, escasos 8 años.
Desde 1982, hasta el día de hoy, he escuchado, visto y leído todos los mensajes  pronunciados por los 5 presidentes posteriores.
Recuerdo con mucho cariño, esta rara tradición inculcada por mis padres; nos reuníamos en las oficinas de un muy buen amigo de mi papá, y ahí, todos escuchábamos y leíamos con mucha atención el mensaje del Presidente de la República.
Atestiguábamos toda la ceremonia -que a mi, se me hacía eterna-, desde la salida del presidente de Palacio Nacional, hasta su regreso.
A pesar de que ese grupo de amigos de mis padres era opositor al sistema, todos siempre escuchaban con gran atención y respeto,  cualquier increpación al televisor, era fuertemente sancionada por el resto de los asistentes, ya habría tiempo para discutir después.
Se analizaba todo y con decir todo, me refiero a eso: a todo. Los asistentes, los ausentes, el orden de los temas presentados, el orden de ya muy olvidado besa manos, los lugares en dónde se sentaban los invitados, vamos, hasta había quién se aventaba la puntada de contar la frecuencia de aparición de las palabras contenidas en el discurso presidencial.
 Los análisis posteriores, eran de debate y fuerte crítica, se discutía sobre los números expuestos, las posturas, todo se cuestionaba.
Yo, presenciaba todo esto con un gran interés, aún y cuando no comprendía absolutamente nada.
Sin embargo, desde entonces comprendí que en la política el la forma es fondo. Y qué analizar este tipo de eventos desde todos los ángulos no es ejercicio ocioso.
Claro, en 1982 el formato era otro, la figura presidencial era otra, en ese entonces el presidente hablaba y el resto de los asistentes asentía y aplaudía.
Desde esas épocas, recuerdo mucho la crítica al formato del informe, se discutía sobre la posibilidad de poder cuestionar al Presidente antes o después del informe, sobre la posibilidad de que el Congreso de la Unión lo citara de manera posterior a un análisis o a resolver cuestionamientos, de la necesidad de establecer reglas para que eso se diera, para que se lograra, lo que en ese entonces se denominaba una total apertura democrática. Hoy estamos muy familiarizados con ese tema, pero en los 80’s decir eso abiertamente, era peligroso.
México, ha tenido grandes cambios desde esa época,  y si bien es cierto que todavía nos falta camino por recorrer, hoy, vivimos en un contexto democrático diametralmente opuesto al que teníamos en los 80´s.
Sin embargo creo que hay cosas que aún prevalecen de esas épocas, a las que me he referido. Más allá de la crítica al contenido, reflexiono sobre la forma, hoy he visto un informe, muy similar a todos los anteriores –pompa más, pompa menos-, el Presidente habla frente a una cuidada lista de invitados, que asiente y aplaude.
Se ha dicho muchas veces, y yo quiero decirlo también. Necesitamos mejorar en nuestro sistema de rendición de cuentas, necesitamos que el Presidente, asista de nuevo al Congreso de la Unión, y pueda ser cuestionado por los Diputados y Senadores, caray, al menos por el representante de cada una de las fracciones parlamentarias y que este acto sea público, claro, bajo un formato de respeto y civilidad.
El no hacerlo, me demuestra, que en el fondo, los poderes del Estado, no quieren tener un diálogo franco, no de cara a sí mismos, sino de cara a la sociedad.
Pero tampoco lo tendrán, si nosotros mismos no lo exigimos, y para exigir hay que ser congruentes, muchos de los cambios de este país, se gestaron en reuniones privadas por individuos opositores al sistema, me consta, viví algunas.
Como ciudadanos, hay que ver, escuchar y leer el informe, hay que involucrarse, aún y cuando no se esté de acuerdo, ese es el principio: criticar y disentir de lo que se conoce, no de lo que se ignora. Tenemos que generar nuestros propios cuestionamientos y después solicitarle a nuestros representantes las respuestas, correspondientes, para que ellos se sientan presionados para diseñar un nuevo formato en el que, el Presidente de la República deje de sentir esa comodidad de los que sólo asienten y aplauden.